sábado, 27 de mayo de 2017

"Cuidarse, cuidar, y dejarse cuidar"

El pasado sábado 20 de mayo tuvo lugar el III Encuentro de Conspiración Educativa, cuyos organizadores, en un arrebato de locura, tuvieron la curiosa idea de hablar de los cuidados.

- ¿Los cuidados?

- Sí, los cuidados.

- Pero eso no tiene ningún misterio. Como profes tenemos que cuidar que a los niños no les pase nada mientras estén a nuestro cargo, y ya está, ¿no?

- Creo, querido interlocutor, que va mucho más allá de eso...

No se trata de enfocar el cuidado como acción destinada a evitar un mal inmediato. Se trata de ampliar nuestro campo visual y comprender que el cuidarse, tanto de manera reflexiva como de manera recíproca, debe ser una constante en nuestras vidas.

Debemos cuidarnos, en primer lugar, a nosotros mismos, es decir, velar por nuestro propio bienestar, para, a partir de ahí, poder cuidar a quienes nos rodean. 

Cuidarse, cuidar, y dejarse cuidar. Ahí está la premisa.

- Pero... ¿Qué tiene que ver todo esto con la escuela y la Educación?

- Más de lo que crees, amigo mío...

Los centros educativos son un entorno donde las relaciones humanas juegan un papel fundamental, aunque haya quien se empeñe en convencernos de que ese aspecto es secundario. 

La escuela, como elemento que debe responder y al mismo tiempo transformar la sociedad, es un fiel reflejo de como los seres humanos mantenemos una relación de interdependencia. Es por eso que no se trata sólo de que los docentes del cole cuiden de su alumnado, sino también de que los adultos que trabajamos en el centro escolar nos cuidemos entre sí, velando por el bienestar conjunto y global para fomentar un buen clima de trabajo y un ambiente sano y acogedor.


Además de ello, debemos enseñar a nuestro alumnado que ellos también tienen esa responsabilidad, no sólo consigo mismo y con sus compañeros, sino también respecto a los adultos que velan por su bienestar. De esta manera, el cuidado rompe esa falsa regla de algo que se ejerce de arriba hacia abajo y se proyecta de manera horizontal en múltiples planos y direcciones, adquiriendo esa consciencia de que nuestros actos tienen una repercusión que debemos contemplar. 

Es más, también debemos enfocar esa mirada hacia fuera del contexto escolar, pues también debemos cuidar al planeta del que dependemos, reflexionando sobre la situación actual y tomando medidas para paliar lo antes posible la situación adversa a la que sometemos a la Tierra y, en consecuencia, a nosotros mismos.

El cuidado adquiere entonces, no sólo un compromiso interpersonal, sino un compromiso con la vida en general. 

Después de todo, estamos formando personas, y más allá de los diferentes aprendizajes académicos que debemos garantizar, existen toda una serie de factores que no quedan reflejados a nivel curricular, pero que tienen la misma o incluso mayor importancia de cara a la realidad que nos toca vivir y que nos toca cambiar.

Es por ello que, los cuidados de los que hablamos, también deben enfocarse al plano familiar, no como un aspecto aislado de nuestra vida escolar, sino como otro elemento del que también debemos cuidar y por el que también debemos dejarnos cuidar.

En este sentido, se trata de salir de las trincheras en las que muchas veces profesorado y familias parecemos situarnos, y construir juntos ese camino que queremos andar, buscando mantener siempre una situación de respeto, afecto y cordialidad de manera bidireccional.

Porque para nuestro alumnado no sólo somos quienes imparten una lección. Más allá de eso, somos mentores, somos ejemplos de persona, somos guías en su caminar, y si no cuidamos todos estos  aspectos, la formación que queramos impartirles quedará incompleta, perdiendo el necesario enfoque holístico e integral

Por último, añadir que los cuidados no requieren, por norma general, grandes hazañas, ni tampoco se trata de reducirlos a momentos concretos o a un acto puntual. El cuidar debe ser una constante, una forma de entender la vida y de velar por la de los demás, con pequeñas acciones cotidianas que, en conjunto, produzcan en los demás y en nosotros mismos una sensación de satisfacción y bienestar. 

Como seres humanos, habrá días que nos veamos con más fuerzas, y otros en las que las veamos flaquear. Adaptar nuestra conducta respecto a los demás también dependerá del momento vital en el que cada cual se encuentre, para lo cual necesitamos fomentar la empatía, la asertividad y la educación emocional.

Si todos cuidamos de todos, todos tendremos más fuerzas para poder cuidar.

Para finalizar, te dejo las instrucciones que acompañaban al té que nos regalaron a quienes tuvimos el placer de participar en esta conspiración. Espero que te sirva tanto como a mí.

¡Cuídate!