miércoles, 20 de enero de 2016

Press Start

Últimamente estoy leyendo bastantes noticias que hablan de los aspectos positivos de los videojuegos y de su posibilidades en Educación. Sin embargo, hasta hace bien poco, y como normal general, el mundo de los videojuegos ha estado sufriendo un tremendo bombardeo por parte de los medios de comunicación y de otros colectivos que los demonizaban como el origen de todos los males que acontecen en nuestra sociedad.

Mentiría si os dijera que la idea de escribir sobre este tema me llega a partir de estos hechos, pues llevo ya tiempo pensando en escribir una entrada al respecto en la que poder reflejar mis propias experiencias y mis propias reflexiones sobre el mismo.

Lo primero de todo es decir que siempre he sido un apasionado de los videojuegos (gamer es el término que se utiliza hoy día para definirlo), y desde bien pequeño he invertido tiempo de ocio en ello, ya fuera solo o en compañía de algún familiar. Recuerdo perfectamente que en mi casa supervisaban siempre los videojuegos a los que jugaba, y además se interesaban en saber de qué iban o qué me parecían.

Con el tiempo ese rol fue cambiando, ya que, al crecer, era yo quien jugaba junto a mi hermano pequeño, al tiempo que iba guiándole en este mundillo y también tenía control sobre que videojuegos jugaba y me interesaba sobre que impresión le ocasionaban.

Fue por entonces cuando, por primera vez, reflexioné sobre todo lo que mi hermano pequeño estaba aprendiendo gracias a esos videojuegos, aunque aún estaba demasiado anclado en el concepto de enseñanza tradicional que estaba yo recibiendo como para plantearme si quiera la posibilidad de incorporarlos al aula.


Sin embargo, hoy en día lo miro con retrospectiva y reflexiono al respecto, y debo decir que los videojuegos tienen un gran potencial latente que podemos incorporar a nuestro trabajo en clase:

- Nos dan la posibilidad de aplicar el razonamiento lógico en la resolución de puzzles y acertijos.

- Aumentan nuestra capacidad de atención y de concentración, y además mejora nuestra velocidad de reacción.

- Nos obliga a generar respuestas rápidas y eficaces ante situaciones nuevas e inesperadas.

-Nos ayudan a aprender de los errores y a enmendarlos para alcanzar nuestro objetivo.

- Debemos interpretar mapas y buscar atajos o caminos ocultos para poder orientarnos en el juego y que no se nos escape nada.

- Se fomenta la lectura comprensiva al tener que estar atentos a los mensajes que aparecen en pantalla o que otros personajes nos trasmiten, para actuar o responder en consecuencia. Es más, en mucho de los casos, estos videojuegos vienen en otro idioma (mayormente en inglés) y gracias a ello también mejoramos nuestra competencia lingüística en lengua extranjera.

- Muchos de ellos narran grandes historias que nos acercan al gusto por la literatura, y además, en muchas ocasiones, los videojuegos guardan relación con diferentes campos del conocimiento como son la historia, la ciencia o el arte, lo que ayuda a aumentar la motivación por estas ramas del saber.

- Tenemos que aprender a administrar recursos y cantidades numéricas, ya sea con dinero ficticio dentro del juego o mediante un sistema de puntos que vayamos consiguiendo y que podamos cambiar por mejoras o bonificadores, además de tener que estimar tiempos y calcular distancias mentalmente.

- Debemos interpretar, establecer y recodar patrones, además de memorizar pistas o códigos.

- Nos brinda la oportunidad de conocer nuevos mundos con los que poder desarrollar la imaginación y la creatividad, además de poder empatizar con sus diferentes personajes y con sus emociones.

- Nos motiva a querer superarnos constantemente y a afrontar nuevos desafíos, gracias a unos niveles de dificultad que aumentan progresivamente conforme el jugador avanza en el juego.

- Ofrecen modos multijugador con los que poder vivir una experiencia compartida, ya sea mediante una sana competición o mediante la cooperación para alcanzar un objetivo común.


Es por todo ello que, en mi práctica docente, utilizo este recurso para trabajar distintos contenidos educativos, ya sea como eje central de la actividad, como un aspecto complementario o, simplemente, como refuerzo positivo ante una buena conducta y un trabajo previo bien realizado.

No obstante, sé que siempre existirán detractores al respecto, cuyos argumentos en contra rondarán en torno a los tópicos generados a lo largo de tantos y tantos años debido a las malas referencias sufridas, como comentaba al comenzar esta entrada: que si fomentan la violencia, que si produce adicción, que si alteran a los niños, etc.

En este sentido, creo que el foco no debería ponerse en torno a qué jueguen o no con videojuegos, sino sobre qué videojuegos son los que juegan. Tal y como hacía mi madre conmigo o hacía yo con mi hermano, todo está en tener constancia de a qué se está jugando y controlar los tiempos que se emplean en el uso de los videojuegos para un ocio compartido y equilibrado.

Además, hoy en día docentes y familias disponen a su alcance de un sencillo código basado en el sistema PEGI, el cual se incluye en la parte trasera de las carátulas de los videojuegos y que nos informa sobre su adecuación o no para nuestros estudiantes o nuestros hijos, pues, al igual que en el cine o en la televisión, cada elemento tiene su edad correspondiente, y es parte de la responsabilidad del adulto el saber mediar entre el menor y el producto que va a consumir.

Por otra parte, existen también diferentes softwares desarrollados únicamente con fines educativos que también podemos incorporar a nuestras clases y a nuestros hogares. En este sentido contamos con la ventaja de que están directamente pensados y diseñados con un fin didáctico y estructurados según etapas y edades. Sin embargo, tiene la desventaja de que, a veces, cuando un juego está demasiado orientado y condicionado por un contenido concreto, pierde ese efecto de cautivar y de generar aprendizajes de forma espontánea, que es uno de los mayores alicientes que tienen los videojuegos en sí.

Por lo tanto, lo ideal siempre es hacer un buen uso de ambos tipos de videojuegos, combinado con otras actividades tanto lúdicas como instructivas, que ofrezcan en su conjunto un amplio número de experiencias diversas para contribuir al desarrollo completo e integral de la persona.

Porque no sólo se trata de jugar con videojuegos, se trata de divertirse con ellos, de aprender de ellos y de exprimir al máximo todas sus ventajas para tenerlos como un potente aliado y no como un enemigo a batir. Así que, ya lo saben, si quieren comenzar: Press Start!


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