jueves, 22 de enero de 2015

Comienzos

"Comienzos... Lo que motivó el comienzo fue que las vidas que presencio no merecen el silencio..." 

De esta manera, parafraseando al gran Nach, me permito arrancar la que es la primera entrada de este nuevo año. Una entrada que es un comienzo, pero que a su vez viene marcada por un final.

Como bien sostiene el compañero de profesión y también bloguero Salvador Rodríguez en una de sus múltiples entradas "Educar es emocionante. Educar es emocionar". Y es que no hay mejor manera de explicar lo que ha sido para mí la experiencia vivida en estos últimos meses. Tanto es así, que hasta mi primera idea de título para la presente entrada era bastante idéntica a la de nuestro compañero, hasta que comprobé que, efectivamente, ya estaba usada por él.

La cuestión es que sin emoción no hay educación que valga. Como mucho puede haber instrucción, pero jamás será en sí mismo un proceso educativo. Porque en nuestra profesión trabajamos con personas, junto a otras personas y de cara a terceras personas, sean alumnado, sean familia, sean comunidad. La educación es un proceso personal, un proceso del que todos y todas formamos parte.

Algunos pueden pensar que su función es la de limitarse a cumplir con unos horarios y unos contenidos curriculares. Otros podrán pensar que su única prioridad dentro de la escuela es la de obtener un salario que de sustento a su vida, y mientras el sueldo entre al bolsillo poco importa cómo salgan los alumnos del aula, por no hablar ya de su estancia en la misma. Al fin y al cabo, esta profesión es como la vida misma, y en ella podemos encontrarnos de todo.

Lo que yo tengo bien claro es que, ya sea para un mes, para un año, o para toda la vida, voy a seguir involucrándome de la misma manera en mi labor. Porque así ha sido hasta ahora, y porque así debe ser.

Quizás la única pega de tal implicación es que "cuanto más te acerques a la luz mayor será tu sombra". Esta cita, extraida del videojuego Kingdom Hearts, se traduce en que cuanto más nos involucramos más nos exponemos. Y cierto es que los sentimientos afloran, que lo profesional se convierte en personal, que cuando te gusta y valoras lo que haces lo acabas haciendo tuyo, y que, llegado el momento, duele más tener que decir adiós.

Aún así, cuando has tenido la suerte de toparte con compañeros y compañeras que demuestran su valía, su implicación y su profesionalidad, cuando has visto en la cara de tu alumnado reflejada la ilusión de verte entrar al aula cada mañana, y cuando tanto los unos como los otros te demuestran lo importante que ha sido tu aportación tanto personal como profesional, lo amargo de la despedida se convierte en un dulce recuerdo que te da fuerzas para seguir adelante.

Porque así es la vida del interino, y porque así funciona el sistema. Y mientras que a los que gobiernan sólo les importe la educación como arma política, los que estamos a pie de campo tenemos la responsabilidad de aportar en nuestros centros de trabajo aquello que los papeles oficiales no son capaces de reflejar.

En este sentido sé que aún tengo mucho por recorrer, y que aún tengo mucho por aprender y mejorar. Soy consciente de que me falta mucha experiencia todavía, pero tengo claro que, como ya se ha demostrado en diferentes estudios, las emociones juegan un papel clave en cualquier proceso de esneñanza-aprendizaje que se precie como tal, y que por ello deben priorizarse.

Como bien me decía una compañera de trabajo, "el cariño que tu le has dado a estos alumnos no se aprende en ninguna carrera". Porque los niños necesitan que los quieran, y porque los niños necesitan encontrar en la escuela un lugar donde poder desarrollarse todo lo posible y donde sentirse a gusto y aceptados, y es de agradecer que existan personas, como esta compañera entre tantas y tantos otros, que lo hayan sabido valorar.


Es por ello que, para finalizar, quiero agradecer a todos aquellos integrantes de la comunidad educativa del Colegio Público de Educación Especial "Miguel de Unamuno" todo lo aportado y el buen recuerdo que me que me llevo de mi estancia en el mismo, pues en mí han dejado impregnada una importante y valiosa huella.

Ahora el camino sigue. La aventura continúa con un final que es un nuevo comienzo y, como bien decía al principio de este post, "lo que motivó el comienzo fue que las vidas que presencio no merecen el silencio".

Es por ello que seguiré poniéndole voz a la educación, a una idea de educación inclusiva e integral, donde todos y todas tengamos cabida, y donde todos y todas nos formemos completamente como personas. Porque la vida no se puede reducir a números y a letras. Porque la vida la hemos de vivir como personas plenas, y hacer de la vida de nuestro alumnado una experiencia lo más plena posible deberá ser siempre nuestra prioridad.

Gracias una vez más a quienes trabajan, se esfuerzan y luchan cada día por hacer esto realidad.