lunes, 29 de diciembre de 2014

Queridos Reyes Magos

Queridos Reyes Magos:

Tal y como dije ya el año pasado, "no se trata de desear que el siguiente año sea mejor, sino de ser nosotros mejores cada año". A estas alturas no se si es algo que he cumplido o no, aunque mis esfuerzos hayan estado dedicados a ello. No obstante, en algo si que han mejorado las circunstancias respecto al año anterior, y es que por fin este curso he podido estrenarme como maestro interino.

Así pues, os pido fuerzas para poder ejercer con éxito y esmero mi función docente y al mismo tiempo poder abordar con tesón mi preparación en el duro proceso que supone ser opositor, además de fortaleza para aguantar y resistir ante las múltiples situaciones adversas que los utópicos como yo nos encontramos en nuestro día a día cuando intentamos demostrar, con nuestro trabajo y esfuerzo, que otra Educación es posible.


Es por eso que os pido un Sistema Educativo abierto y flexible donde todos y todas podamos disfrutar de una educación pública, gratuita y de calidad que se adapte a las necesidades de los tiempos y de los diferentes contextos, personas y entornos de aprendizaje. Además os pido una mejora en la formación docente, más adaptada a la práctica y a los paradigmas de la época en la que nos encontramos, y una mejor selección de los mismos a la hora de acceder tanto a las universidades como a los centros educativos, sacando de nuevo a relucir el carácter vocacional de esta profesión.

Para ello, también os pido que se abra la Escuela a la Comunidad, pues sin ésta nuestra función no tendría sentido. Para ello precisaríamos de una Sociedad y de una Política comprometidas con la Educación y con todo lo que esta representa para nuestro desarrollo y nuestro bienestar.

Pido además oportunidades para nuestro alumnado y, que tras una formación integral que aborde por completo todos y cada uno de los ámbitos de la esencia humana, encuentren la manera de desarrollar cada uno su función en la vida, para que así no tengan que sufrir ni la falta de empleo ni la precariedad o el exilio a los que ahora estamos condenados.

También quisiera pediros que deje de tacharse la Diversidad como un elemento negativo y empecemos a valorar todo lo positivo que ésta nos puede aportar, pues, tal y como sostenía el profesor Ángel Pérez en las últimas Jornadas de "Educando para la Vida", "no se trata de respetar la diversidad, sino de celebrar la diversidad". Cuánto tenemos que aprender aún al respecto de este tema, y cuánto puede aún aportarnos este tema al respecto de nuestros aprendizajes.

Para finalizar, quisiera pediros también que nunca dejemos de aprender y que nunca dejemos de innovar, que no perdamos ni las ganas de seguir trabajando por mejorar las cosas ni la fe en que podemos hacerlo, que sigamos luchando por alcanzar nuestras metas en este complicado proceso que es la vida y de la cuál es fiel reflejo la Educación.

Por lo tanto, creo que no os corresponde a vosotros conceder todo esto que os pido. Ya tenéis suficiente con seguir manteniendo viva la ilusión de nuestros niños y niñas. El resto debe recaer sobre todos y cada uno de nosotros. De nada vale dejar todos estos nobles deseos en manos del destino o del azar, de nada vale desearlos si no se trabaja duro para conseguirlos. Esta es nuestra lucha, es nuestra responsabilidad, y cierto es que no conseguiremos nada de la noche a la mañana como si de un 6 de Enero se tratase, pero es por eso que necesitamos mantener viva también nuestra ilusión de que los esfuerzos de hoy serán los logros del mañana.


La Educación no deja de ser una carrera de fondo, y mantener el ritmo es fundamental para no perecer. Sin embargo, recordad que no estamos solos en este recorrido. Somos muchos, y cada vez somos más, los que anhelamos alcanzar esta meta. Es primordial que nuestro camino lo hagamos en compañía, que nuestra lucha sea compartida, que podamos sentir el apoyo de los unos y de los otros en este cometido.

Por todo ello, daros las gracias desde aquí a todos los que asíduamente me leéis y a todos aquellos que compartís conmigo vuestras penas y vuestras alegrías, vuestros logros y vuestros fracasos, vuestras reflexiones y vuestras inquietudes. La unión hace la fuerza, y esa fuerza debe perdurarnos mucho tiempo más.

¡Muchas gracias una vez más por vuestro apoyo! ¡Que tengáis todos un feliz y próspero 2015!


viernes, 12 de diciembre de 2014

La Educación es Vida, y la Vida es Educación

Este pasado fin de semana fue el tan anhelado puente de diciembre que tantas personas esperan con ansia para poder tomarse un respiro de su día a día cotidiano. Sin embargo, y por suerte, existen personas que, en lugar de buscar descanso y relax esos días, prefieren emplear su tiempo en aquello mismo que les ocupa su vida diaria, pero desde otra perspectiva mucho más enriquecedora y transformadora, que es la que nos vuelve a ofrecer, por segundo año consecutivo, y nuevamente con un gran éxito de demanda, la buena gente de Espacio Cultural Conviven, con sus II Jornadas "Educando Para la Vida".

Verónica Rivera, en su Proyecto Socio-Educativo "Enamóra+e", ya venía defendiendo la idea de que "La Escuela no sólo debe parecerse a la Vida, sino que la Escuela debe ser la Vida". Así pues, hay una cosa que tenemos bien clara, y es el ser conscientes de que de nada tiene sentido educar si no se hace en relación y en conexión con la vida que hay más allá de las cuatro paredes de un aula y teniendo en cuenta a todos los agentes implicados en dicho proceso, pues la Educación es potestad de toda la Comunidad.

Ya en la anterior edición de este evento tuvimos la suerte de conocer y profundizar en distintos planteamientos pedagógicos y metodológicos, y se nos presentaron nuevas formas de entender la educación más allá del modelo tradicional que, pesé a todo, sigue siendo la base en la que se sostiene nuestro sistema actual, y más aún teniendo en cuenta el retroceso que nos supone la nueva ley de educación que ya se ha empezado a aplicar.

Siguiendo este planteamiento, hay una segunda cuestión que tenemos bien clara también: este sistema no sirve para responder a las necesidades educativas que los tiempos que corren requieren. En un panorama como el actual, con la importancia que han demostrado tener, desde un punto de vista científico, las emociones y el plano afectivo y social en el aprendizaje, y con el auge que están teniendo las tecnologías de la información y de la comunicación en nuestra sociedad, no se puede seguir educando bajo ese modelo industrial cuyo cometido es llenar nuestras cabezas de conocimientos puramente académicos y generar buenos trabajadores para el mercado laboral.

En ese sentido, tenemos que cambiar el punto de vista bajo el que funcionan nuestras escuelas, pues no se trata de formar empleados, si no de formar personas, personas con la suficiente autonomía y competencia para ejercer tanto sus derechos como sus obligaciones, ciudadanos y ciudadanas de una comunidad en la que todos debemos convivir y en la que todos tenemos algo que aportar, celebrando nuestra diversidad y respetando nuestras discrepancias.


Eso mismo es, en cierta manera, el reflejo de lo que hemos hecho durante este intenso fin de semana: somos personas diversas que hemos compartido un espacio común y hemos contribuido a que el tiempo empleado en el mismo fuera lo más ameno y enriquecedor posible; hemos compartido nuestras inquietudes, hemos reconocido nuestras limitaciones, hemos expresado nuestras ilusiones y hemos aportado nuestras vivencias, nuestras ideas y nuestras reflexiones, pero, ante todo, hemos establecido vínculos, hemos conectado y hemos compartido todo lo anterior los unos con los otros, y es quizás en esta interacción, en este saber común, donde hemos ganado esa fuerza que necesitábamos para seguir creyendo que otra educación es posible, que existe otra manera de hacer las cosas, y seguir luchando por ello.

Así pues, es fundamental que, en este reto que nos hemos planteado, creemos, mantengamos y ampliemos esas redes personales que establecemos en este tipo de encuentros, ya que sirve para reforzarnos los unos a los otros y no sentirnos solos en nuestro particular ámbito de actuación. 

En esta línea existe ya un grupo de Facebook creado donde podemos seguir en contacto y compartiendo e intercambiando nuestras percepciones y nuestras experiencias entre nosotros, pero me parece sumamente interesante el poder ampliar estas redes hacia otras plataformas como twitter, a través de la cual fui, en la medida que me fue posible, retransmitiendo lo que se iba viendo y trabajando en Conviven bajo el hashtag #EducandoVida. Esta es una práctica muy habitual en otros eventos educativos (como es el caso de EABE) mediante la que se busca que el mensaje llegue al mayor público posible y que invito a poner en práctica en próximas jornadas, pues es increíble lo contagiosa que puede ser la red.*

Después de todo, de eso se trata, de contagiar nuestra ilusión y nuestra energía a cada rincón al que lleguemos, que cada uno, en su particular parcela, aporte su granito de arena a la causa, que, ya sea desde dentro o desde fuera, contribuyamos a crear un nuevo modelo de escuela donde todos tengamos cabida y donde todos seamos tenidos en cuenta, pues la educación no puede quedar reducida a lo puramente escolar y académico: La Educación es Vida, y la Vida es Educación, y en nuestro vivir diario continuamente estamos realizando todo tipo de aprendizajes. En cada nueva tarea que afrontamos, en cada conversación que mantenemos o en cada decisión que tomamos podemos reestructurar nuestros esquemas de pensamiento y nuestra forma de crear, organizar y reorganizar el conocimiento del que disponemos.


Hablamos de un proceso dinámico, y como tal requiere dinamismo. El saber no es un fin, sino un proceso de constante cambio y transformación, mediante el cual vamos evolucionando nosotros mismos y hacemos evolucionar el mundo a medida que lo vamos conociendo. Se hace por tanto realmente necesario, como bien veníamos sosteniendo durante estos días, deshacernos de la mochila que todos arrastramos desde nuestra infancia y romper las cadenas que nos atan y nos inmovilizan, para de esta manera generar un nuevo modelo capaz de dar respuestas adaptadas a las diferentes necesidades que nos vayamos encontrando en cada centro educativo y en cada comunidad.


Para ello, habría que dar por fin respuesta a ese círculo vicioso sobre la disyuntiva de qué es lo que debe cambiar antes, la escuela o la sociedad.

En este sentido, opino que la Educación es un motor de cambio, pero ésta no puede entenderse sin un entorno social adecuado en la que poder desarrollarse como tal, por lo que ambas deben ir modificándose mutuamente en una proceso continuado que seguramente no de resultados hasta largo plazo. Al fin y al cabo, como bien sostenía uno de los lemas que más proliferaron durante el 15M, "vamos lento porque vamos lejos". 


La Educación es una carrera de fondo, requiere constancia, energía y fe por el cambio real. Ya muchas personas han dado el primer paso. Ya muchos colectivos trabajan en diferentes proyectos e iniciativas que servirán de guía y referencia para la escuela venidera. Ya somos muchos, y cada vez somos más. Como bien mantenía yo mismo este fin de semana, "debemos ser la gotas de lluvia que a base de tiempo y de paciencia acaban desgastando el paisaje". Un paisaje cuanto menos desolador, pero en el que aún queda lugar para la esperanza, y ejemplo de ello son las diferentes personas e iniciativas que vinieron estos días a compartir con nosotros su trabajo y sus ideas.

Ahora es el turno de sumar, de cooperar y de avanzar. Cada uno desde su particular frente, pero todos con un objetivo común. La unión hace la fuerza.

Así pues, para finalizar, y ya a título personal, decir que ha sido un auténtico placer volver a formar parte de estas Jornadas y reencontrarme con tantas personas de la anterior ocasión, al igual que también lo ha sido el poder conocer a tanta gente nueva tan interesante y tan involucrada. Es un honor compartir estos espacios con personas que tienen tanta ilusión y que tiene tanto que aportar. Gracias a todos y a cada uno de los asistentes por vuestra participación e implicación. Es un placer regresar a casa con toda esa fuerza que hemos generado y con la cabeza tan llena de ideas. ¡Hasta la próxima! 



*En esta línea os recomiendo recabar información sobre los Entornos Personales de Aprendizaje, también conocidos como PLE.

lunes, 24 de noviembre de 2014

¡Música, maestro!

La música forma parte de todo el mundo que nos rodea: está en el cine, en la publicidad, en la radio y en la televisión, nos acompaña de fondo mientras trabajamos, conducimos o caminamos, y es capaz de trasmitirnos - así como de ser utilizada de manera consciente para transmitirnos - gran diversidad de sentimientos y emociones, pudiendo influir de forma directa y notable en nuestro estado anímico y en nuestras percepciones.

Viendo el peso tan grande que tiene este arte concreto sobre nuestras vidas, ¿por qué esa forma de desprestigiar y quitarle valor a la música en Educación?

El problema radica en que, en un modelo educativo basado prácticamente en una concepción científica del mundo, cualquier área destinada a desarrollar las letras o las artes parece más una distracción que algo esencial en nuestra formación como seres humanos, siendo relegadas a un segundo plano.

Cierto es que la música puede ser considerada como una afición, pero dicha afición es compartida por nuestra especie en general. Queramos o no, la música forma parte de nuestro día a día y nos va conquistando a todos y a cada uno de nosotros en sus diferentes vertientes, por lo que dedicarse a la música no debería ser considerado una pérdida de tiempo, sino más bien todo lo contrario.

La música es puramente matemática, y el trabajarla en el aula ayuda a asentar las bases para el pensamiento abstracto y la mejor compresión de dicha materia y de otras muchas más, pues a través de ella se trabajan los diferentes procesos cognitivos que serán clave a la hora de desarrollar cualquier aprendizaje, como puede ser la memoria, la atención o la concentración.

Al fin y al cabo, todo el aprendizaje está interrelacionado, aunque nos empeñemos en separarlos en compartimentos estancos.

Además de su lado más matemático, la música es algo que, como decíamos en un primer momento, nos llega y nos transmite diferentes emociones, y hoy en día sabemos ya de sobra el peso que tiene la educación emocional en el buen desarrollo de nuestro alumnado, siendo la música un vehículo perfecto con el que poder compartir lo que sentimos en cada momento.

La música conforma nuestra personalidad, y todos tenemos canciones con las que nos sentimos identificados, canciones que nos motivan y predisponen ante determinadas situaciones o actividades, canciones que asociamos a determinados estados de ánimo y canciones con las que nos sentiríamos capaces de expresar determinadas emociones que de otra manera no sabríamos quizás compartir.

En este sentido, la música se convierte en un elemento clave a la hora de trabajar diferentes formas de comunicación entre personas, pues tiene su propio lenguaje, con su código y sus normas de lectura y escritura, entrando así también a estar interrelacionada con el área lingüística y literaria, pues al fin y al cabo la mayoría de las composiciones musicales que consumimos llevan incluida una letra, con sus estructuras, sus métricas, sus recursos literarios y sus correspondientes reglas del lenguaje, las cuales no sólo podemos estudiar a nivel formal, sino también desde un puto de vista crítico donde analicemos el contenido de muchas de las letras de las canciones que nuestros jóvenes consumen hoy día.

Es más, este hecho nos abre también las puertas a que pueda utilizarse la música para trabajar otros idiomas mediante la traducción de canciones que sean de nuestro agrado, sin olvidar el amplio abanico que le extiende también al ámbito de la creatividad.

Por otro lado, debemos recordar también que la música implica movimiento, y que el movimiento está muy ligado con el conocimiento de nuestro propio cuerpo y con el dominio que tengamos del mismo. Aplicar la música en el área de educación física nos ayuda a adquirir nociones de ritmo y a mejorar nuestra motricidad, tanto gruesa como fina, nos ayuda tanto al desarrollo de la coordinación dinámica general como de la coordinación de nuestros segmentos corporales y de nuestros sentidos, y nos ayuda a apreciar el valor estético del movimiento mediante la buena ejecución de terminados ejercicios, danzas o coreografías.

Además de todo eso, es una gran manera de trabajar la diversidad, ya que se puede ir desde el atender a los estilos musicales predominantes en cada cultura (tanto a nivel histórico como actual) como una forma de identificarnos ante el mundo - y la música - que compartimos, pudiendo también ubicarnos en ese sentido a nivel geográfico, y, de un modo más concreto, nos sirve para trabajar con alumnado que presenten necesidades específicas de apoyo educativo, pues es una gran recurso para la estimulación de los mismos a nivel motor y sensorial y una medio con el que poder desarrollar actividades en común con el resto de sus compañeros y compañeras desde un enfoque inclusivo que fomente su participación.

Como bien podemos apreciar, la música tiene la gran ventaja de ser una área con carácter integrador a través de la cuál se pueden trabajar multitud de áreas del conocimiento y del desarrollo personal, poniendo así de manifiesto sus grandes cualidades educativas. En palabras de Platón, "La música es el arte educativo por excelencia, que, por medio de sonido, se inserta en el alma y la forma en la virtud".


Por último, quiero añadir que, como refería al inicio de esta entrada, a todos nos gusta tener música de fondo mientras realizamos cualquier actividad, se trate de una tarea o simplemente de ocio. Nos ayuda a estar más cómodos durante el desarrollo de la misma, y en mucho de los casos nos motiva y nos sirve de aliciente para su correcto desempeño. No entiendo entonces por qué no se usa más la música como un elemento que exista de fondo en nuestras aulas cuando el alumnado esté realizando un determinado trabajo, ya sea de manera global o cada uno trabajando con sus propios auriculares. Si es algo que ocurre fuera de las aulas, ¿por qué no iba a ocurrir también dentro? Al fin y al cabo, nuestra función es educar para la vida y, como bien defiende Nietzsche, "la vida, sin música, sería un error". ¡Fomentémosla!


lunes, 17 de noviembre de 2014

"Porque lo digo yo"

¿Cuántas veces, a lo largo de nuestra carrera como estudiantes, hemos recibido esa respuesta cuando hemos querido conocer las razones por las que se desarrolla un determinado procedimiento o se desestiman otras posibles vías de llegar a la misma solución? ¿Cuántas veces incluso hemos recibido esa respuesta cuando queríamos saber los motivos por los que se tomaba una determinada decisión que nos afectaba de forma directa o indirecta sin que se nos explicara el porqué de la misma ni se nos consultara cual era nuestra opinión?

Se dice que la escuela debe ser un reflejo de la sociedad en la que vivimos y en la que preparamos a personas para que formen parte integra y activa de la misma, y en una sociedad supuestamente democrática (permítanme dudar de este hecho) no podemos desarrollar un modelo de escuela a la antigua usanza con figuras autoritarias que mandan y con un alumnado obligado a obedecer sin rechistar.


Si queremos que este alumnado realmente tome las riendas de su vida debemos enseñarle a ser partícipe y responsable de la misma desde un primer momento. No queremos formar personas cuya forma de entender las relaciones sociales sea la de imponer su criterio ante los demás, sino personas que tengan la capacidad de dialogar e intercambiar sus opiniones y sus ideas de la forma más asertiva posible y haciendo uso de un buen bagaje de habilidades sociales.

Estamos cansados ya de ver como desde la escuela se fomenta continuamente el individualismo y la competitividad sin medida. Me parece mucho más enriquecedor aprender a colaborar para conseguir un objetivo común, donde la posibilidad de alcanzar entre todos dicho fin sea lo que importe y no el hecho de querer destacar ante todos los demás. Una cosa es ser competentes y otra muy distinta es ser competitivos.

Esto no quiere decir que no pueda darse determinados tipos de competitividad controlada bajo un enfoque lúdico, como competiciones deportivas, certámenes o concursos de cualquier tipo, donde ante todo prime el hecho de participar y de disfrutar con la actividad.

Y entramos aquí en otra cuestión que me parece digna de destacar, pues para poder participar de forma plena debemos dotar a nuestro alumnado de voz y de voto, así como de las competencias necesarias para comprender y justificar cada una de sus decisiones, pues van a ser ellos quienes, el día de mañana, se enfrenten al mundo que hay más allá de las cuatro paredes de su casa o de la escuela, y es primordial saber valerse por uno mismo, en lugar de depender de lo que nos determinen los demás.

Por todo ello, la empatía me parece una característica fundamental a desarrollar en cualquier persona, pues esa capacidad para saber ponerte en la piel de tu interlocutor y comprender su forma de ver las cosas facilitan en gran medida que se establezcan unas relaciones interpersonales sanas y fuertes, otorgándole así al plano emocional el peso que se merece en Educación. 

Continuamente cometemos aquí el error de primar los resultados académicos (en valores numéricos, por supuesto) obviando todo lo que se esconde tras el proceso de aprendizaje. ¿Qué mérito puede tener que mi hijo o mi hija me traiga siempre buenísimas notas a casa si en realidad no está disfrutando lo que está aprendiendo? No cometamos el error de buscar hijos perfectos y preocupémonos más por tener hijos felices.

Como bien defiende el profesor Francisco Mora"sólo se puede aprender aquello que se ama", es decir, aquello que realmente nos implica y que podemos hacer nuestro. Vale que todos nosotros, a lo largo de nuestra carrera académica, hemos almacenado grandes cantidades de conocimientos que no nos producían emoción alguna sólo para después poder desarrollarlos en un determinado examen, pero siento decir que eso no es aprender, eso sólo es memorizar, es decir, lo que se viene a conocer, según la profesora María Acaso, como "educación bulímica".

Igualmente, también defiende esta misma autora, en la misma línea de lo que venimos argumentando aquí, es que "no sólo hay que parecer democrático, sino que hay que serlo". Esto quiere decir que no se pueden predicar unos valores en el aula si luego no los evidenciamos ni los llevamos a la práctica con nuestro ejemplo, porque entonces se empieza a carecer de credibilidad alguna, y no podemos esperar que adquieran algo que, aunque les enseñamos, realmente no les transmitimos.


Sin ir más lejos, últimamente en nuestro país no hacemos más que presenciar situaciones donde los discursos no se corresponden lo más mínimo con los hechos de quienes lo predican, o donde la falta de empatía y de una comunicación asertiva ha provocado el alejamiento de las partes implicadas en lugar de dialogar para encontrar soluciones conjuntas y comunes. Parece que juzgar, prohibir y castigar siempre es más sencillo que tratar de acercarse, comprender y remediar. 

Triste me parece que queramos educar para la Democracia sin practicar la Democracia. Menos mal que todavía existimos quienes nos permitimos el lujo de soñar. Trabajemos por ello.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Halloween y la Cultura de lo Audiovisual

Desde hace unos años, cada vez con más intensidad, vemos como todo a nuestro alrededor se tiñe de la característica tonalidad de esa nueva e importada festividad que es Halloween, a la cual no le faltan detractores en nuestro país.

Sin embargo, a pesar de ello, los escaparates se decoran con motivos típicos de esta celebración, se organizan diversas fiestas temáticas bajo el nombre de Halloween y hasta los niños se disfrazan para salir a la calle e ir a pedir golosinas. 

Parece ser que Halloween ha venido para quedarse, y eso lo podemos ver también en las diferentes actividades que realizamos en la escuela en torno a este centro de interés.

No es mi intención hacer de abogado del diablo en este sentido, pero, como bien podría referir María Acaso -a la cual recomiendo encarecidamente leer y escuchar-, nos encontramos ante otro ejemplo más del gran peso que tiene todo lo audiovisual en nuestra vida cotidiana.

Hagamos una sencilla prueba. Mirad la siguiente imagen y averiguad que guiño se está realizando en la misma:


Si lo habéis acertado a la primera y sin mucha dificultad es porque todos estamos inmersos en esa Cultura de lo Audiovisual a la cual veníamos haciendo referencia.

Sólo hay que fijarse bien para darse cuenta de que continuamente estamos consumiendo películas y series en las cuales la festividad de Halloween tiene un peso considerable, pasando así a formar parte de nuestra cultura popular, haciendo nuestro algo que en principio era ajeno.

Una vez llegado a este punto, la escuela no puede permanecer impasible a este acontecimiento, sino que debe salir de esa concepción estática del mundo como algo ya establecido y asumir el dinamismo en el que estamos inmersos para aprovechar cada nuevo estímulo como un recurso educativo más y hacer así que el aprendizaje sea lo más significativo posible.

Es más, podemos aprovechar también su temática para trabajar en el aula cuestiones como el miedo o los monstruos, que a veces tanto nos cuesta abordar, ya sea en casa o en la escuela, en cuyo caso recomiendo seguir el excelente trabajo que la profesora Maite Ordóñez está realizando con su alumnado de Educación Infantil.

Así pues, volviendo al tema principal de esta entrada, y a modo de cierre ya, podríamos decir que cada cual está en su pleno derecho de considerar Halloween como algo más o menos acorde a sus gustos e ideas, pero si una cosa está clara es que forma parte de la Cultura de lo Audiovisual que nos rodea, y... ¿no es acaso una de las funciones fundamentales de la escuela el dar respuesta al mundo que nos rodea?

lunes, 13 de octubre de 2014

Era de la Desinformación

Si hay una cosa que tenemos bien clara quienes abogamos por el cambio de modelo pedagógico imperante en la escuela en busca de una educación que fomente la autonomía de la persona y la creación de ciudadanos críticos y competentes, es que dicho cambio se hace cada día que pasa más apremiante, puesto que, en un mundo líquido donde las certezas tienen cada vez menos validez, se vuelve de imperiosa necesidad el estar formados y preparados para sobreponernos al descontrol creado por la actual Era de la (Des)Información.

El caso es que, aunque se trate de un tema cuya defensa vengo ya practicando desde hace tiempo, he querido hacer especial hincapié en él debido al reciente incidente sanitario que ha puesto patas arriba a todo un país y a gran parte del mundo en general. 

No obstante, no es mi intención entrar ahora en debates sobre lo sucedido ni realizar juicios de valor al respecto; simplemente se trata de analizar como, a partir de este suceso, se ha creado todo un revuelo de desinformaciones que nos han traído a todos de cabeza.

La cuestión es que, durante la última semana, hemos sido bombardeados, tanto a través de los diferentes medios de comunicación convencionales (televisión, radio, prensa) como mediante los distintos sistemas de mensajería de nuestros teléfonos móviles y nuestras redes sociales, con todo tipo de noticias, artículos, opiniones y reseñas sin descanso y sin cuartel durante todo el día, rompiendo incluso en muchos de los casos algunos códigos éticos que nos hace preguntarnos: ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar en este "todo vale" en el que estamos inmersos?

Así pues, visto lo visto, necesitamos poseer las herramientas y los procesos necesarios para gestionar tanto caudal de información que nos llega y nos desborda, porque si no corremos el riesgo de creernos todo aquello que escuchamos y que leemos, sin tan siquiera cuestionarnos su veracidad ni contrastar con otras fuentes.

Por ese motivo, no podemos seguir educando para un futuro estático tal y como se ha venido haciendo hasta la fecha, puesto que vivimos en un mundo que se encuentra en su fase más dinámica y nos enfrentamos a un futuro totalmente incierto, pues lo que hoy tiene validez, mañana no lo tiene, o viceversa. 

Llegados a este punto, nuestro objetivo como docentes debe ser trabajar para que las generaciones venideras sean capaces de, ante el continuo flujo de información que nos llega mediante tantas vías, buscar, seleccionar, analizar, indagar, investigar, contrastar, descartar y sintetizar la información para convertirla en conocimiento, un conocimiento propio, construido e interiorizado como parte de su proceso de aprendizaje crítico, activo y constructivo.

El escritor Javier Sierra, en su obra "El Maestro del Prado", señalaba lo siguiente:

"No te precipites. [...] Abre los ojos. Mira al mundo sin prejuicios. Acude siempre a las fuentes y decide después por ti mismo dónde está la verdad. Ésa es la grandeza del camino que te propongo".

Por lo tanto, no podemos seguir dándoles a nuestro alumnado la lección como un paquete cerrado de hechos inmutables. Ya saben que todo lo acontecido y todo lo descubierto en fechas pasadas lo tienen al alcance de su dedo en un sólo click. Lo que deben aprender es como tramitan y adquieren dichos hechos, como hacerlos suyos y como aplicarlos, siempre con ética y con respeto, pilares básicos de los cuales estamos dando tan mal ejemplo en la actualidad, cuando el peso del ejemplo en la educación es tan elevado.

En palabras de Jean Piaget:


En definitiva, se trata de educar a ciudadanos y ciudadanas preparados para afrontar la vida que el Siglo XXI les deparará, y eso no podemos hacerlo si seguimos anclados en metodologías ya obsoletas. Los caudales de información seguirán llegando sin parar, e incluso es probable que vayan en aumento sin ningún tipo de control, por lo que tener una buena formación y un buen sentido crítico serán nuestras principales bazas a la hora de afrontarlos y hacerlos nuestros. Preparemosles para ello. Hagamos de nuestros alumnos y alumnas unos hábiles surfistas capaces de cabalgar y dominar las olas de la desinformación.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Educar en la Igualdad

Parece ser que el discurso que la actriz Emma Watson pronunció recientemente ante la ONU ha creado un gran revuelo, como si se tratara de un mensaje nuevo y rompedor. Sin embargo, la sorpresa debería ser el que aún nos sorprendamos de que haya que estar recordando la necesidad de poner en práctica real el principio de igualdad.

Y es que, por desgracia, las etiquetas siguen estando a la orden del día, con los estereotipos y prejuicios que eso conlleva. Al fin y al cabo, no se trata más que de una cuestión ideológica que perdura generación tras generación manteniendo vigente unos roles que se le acaban atribuyendo a uno u otro género, de manera consciente o inconsciente, y todo lo que se salga de ahí es, cuanto menos, cuestionado, por no decir ya juzgado o fruto del rechazo que supone cualquier intento de avanzar.

Los que en educación siempre buscamos nuevas formas de mejorar nuestra práctica docente y de innovar en nuestra profesión estamos ya más que acostumbrados a chocar contra el inmovilismo que existe en buena parte de nuestra sociedad. Sabemos de sobra que la escuela tiene una gran tarea que realizar en este sentido, pero existe alrededor de este aspecto todo un sistema de marketing publicitario que nos sigue haciendo creer que las niñas deben jugar con muñecas y los niños dedicarse al deporte, que las chicas deben adecuarse a unos cánones de medidas cada vez más preocupantes o que es poco varonil mostrar sensibilidad.

En este caso, no basta con centrar nuestra atención en aspectos lingüísticos que al final quedan en una mera formalidad o con tocar los temas de igualdad de género en clase como una cuestión eventual y transversal. Creo que estos aspectos como mejor se aprenden es viviendo el ejemplo cotidiano, no como algo que se deba enseñar, sino como algo que simplemente es. Y ya no sólo en lo referido en este ámbito concreto, sino referido a cualquier posible situación de discriminación por alguna u otra razón. No es necesario enseñar que somos iguales si antes no evidenciamos que somos diferentes, y esto sólo se consigue con el compromiso de toda la comunidad educativa. Por tanto, se trata de educar en la diversidad, haciendo ver que todos somos iguales y diferentes a la vez, sin generalizar ni clasificar por colectivos, sino respetando las individualidades de cada uno.

La cuestión es que, para que esto realmente tenga el efecto deseado, antes debemos creernos nosotros mismos aquello que queremos transmitir. Por eso mismo, es conveniente primero librarnos de todo sesgo ideológico mal planteado y entender el feminismo como lo que es, la lucha por la consideración de hombres y mujeres por igual, algo que, en mi humilde opinión, debería estar a estas alturas más que superado.

Así pues, cuidado con cualquier intento de evidenciar el feminismo como un movimiento que lo que busca es dar la vuelta a la tortilla, pues sería igualmente negativo, y no caer en el error de juzgar al todo por la parte cuando nos encontremos gente que entienda así dicha cuestión, cayendo en el grave error de generalizar.

Siempre habrá quienes entiendan mal la lucha por la igualdad, se trate dentro del ámbito que se trate, pero para ello no hay mejor arma a nuestro favor que la educación, una educación que fomente el dialogo, la asertividad, la empatía y el respeto como bases en el trato interpersonal.

Puede que el camino que aún nos queda por recorrer sea largo, pero con convencimiento y con nuestro ejemplo siempre podremos alcanzar un peldaño más, hasta que llegue el día en que no haga falta defender algo tan obvio como lo que hoy venimos desarrollando, hasta que llegue el día en que sólo haga falta hablar de personas, sin etiquetas, sin calificativos, sin prejuicios.

Así pues, antes de terminar, quiero dedicar esta entrada a mi buena amiga María Cabezos Petri, con la que tuve el gusto de debatir y reflexionar recientemente sobre este tema, y cuyo fruto de aquella enriquecedora conversación es este texto que acabo de compartir.


lunes, 1 de septiembre de 2014

"A mí no me digas que no se puede"

Hoy comienza un nuevo curso escolar y, aunque yo no forme parte activa aún de ese proceso, quiero aprovechar la ocasión para reanudar mi actividad con este blog, el cuál se ha mantenido en estado de letargo durante el verano, y lo hago haciendo referencia a un taller al que tuve el gusto de asistir a principios del mismo gracias a La Casa de la Juventud de Ceuta y a La Sala Café Club.

Dicho taller, cuyo título es el mismo que hoy os traigo en esta entrada, fue impartido por Juan Manuel Montilla, rapero, actor y artista en general, más conocido por el sobrenombre de El langui, del cual quiero compartir la siguiente entrevista que le realizó la cadena local Ceuta TV en relación al mismo antes de continuar.


Como el propio Langui sostiene y defiende, "al usar la palabra discapacidad corremos el riesgo de olvidarnos de lo capaces que somos", lo cual lleva a abordar la necesidad de un cambio de perspectiva real en materia educativa, más aún cuando todavía seguimos usando términos que, lejos de potenciar dichas capacidades, sigue poniendo el acento en el déficit.

Es por ello que quiero volver a hacer hincapié, como otras tantas veces he hecho ya, en la necesidad de fomentar una filosofía educativa en nuestras escuelas y en nuestra sociedad en general, en la cual nadie nos diga, como bien sostiene nuestro protagonista de esta entrada, lo que no podemos hacer, sino que se nos aliente y se nos motive para luchar y conseguir todo aquello que nos propongamos, y no hablo sólo del alumnado con cualquier tipo de necesidad específica, sino en general de cualquier alumno o alumna, así como de toda la comunidad educativa, pues somos a menudo nosotros mismos, familiares y docentes, los que planteamos los obstáculos, de forma consciente o inconsciente, al desarrollo de nuestro alumnado y de nuestras propias funciones.

Por esa misma razón, y viendo el gran ejemplo de superación personal que supone el caso presentado, hoy escribo y comparto el presente post como una forma de empezar este curso con motivación y energía, de manera que nuestro trabajo y nuestra lucha diaria no nos suponga un muro imposible de franquear, sino un trampolín con el que coger cada vez más impulso para poder llegar lo más lejos posible.

Yo, por mi parte, trabajaré duro también para que el curso que viene pueda volver a daros la bienvenida a este blog tras el verano compartiendo con todos vosotros mi incorporación al cuerpo de maestros y mi experiencia dentro del mismo. 

Sin nada más que añadir por el momento, quiero desearos un gran comienzo de curso y que sea un buen año académico y personal, así como agradecer desde aquí a El Langui todo lo que nos aportó a los asistentes de aquel taller y por ser un ejemplo de persona digna de admirar.

Toca seguir trabajando por un aprendizaje sin barreras y una educación de calidad de todos y para todos por igual, en la cual no vale decir aquello de que "no se puede", porque si se quiere, se puede. Todo depende de nuestra actitud.



jueves, 19 de junio de 2014

El Mundo Digital

Tal y como acostumbra el gran maestro Pepe Arjona con sus "reflexiones en series", yo hoy voy a recurrir a aquella mítica serie que, a finales de los años noventa, irrumpió en nuestro país para gozo y disfrute de los que por entonces eramos niños y no tan niños.

Dicha serie hablaba sobre un Mundo Digital creado a partir de los datos que circulaban por la red, el cual era un reflejo de nuestro mundo real, y al que un grupo de niños podían acceder mediante un determinado dispositivo.

Todo ello puede sonar a Fantasía o a Ciencia Ficción, pero, al igual que ha pasado con las novelas de Julio Verne, la realidad acaba muchas veces por superar a la imaginación.

Cierto es que no existe ningún mundo alternativo poblado por criaturas capaces de digievolucionar, pero si es cierto que existe todo un Mundo Digital al que podemos acceder mediante nuestros dispositivos y que es fiel reflejo del mundo en el que vivimos, además de que ambos se encuentran en estrecha relación e interconexión.

Así pues, como explicaba Fernando Trujillo en un reciente artículo, lo digital se ha convertido en un elemento básico de nuestro día a día: nos relacionamos a través de redes sociales y aplicaciones de mensajería, nos informamos de lo que ocurre en el mundo a través de Internet, compartimos aquellos contenidos que creemos necesarios o interesantes, solucionamos nuestras dudas consultado Google o Wikipedia, etc.

Si tan presente está entonces todo este Mundo Digital en nuestras vidas, ¿por qué nos seguimos empeñando en darle totalmente la espalda en nuestros centros educativos?

Son muchas las ocasiones en las que nos encontramos, por ejemplo, con la total prohibición del uso del móvil en clase, cuando es nuestra propia sociedad la que ha acabado convirtiendo este elemento en una extensión más de nuestro propio ser y, como bien digo siempre, la escuela no puede funcionar si se halla desconectada de la realidad en la que vivimos. En palabras de Verónica Rivera, "la escuela debe ser la vida".

En determinadas artes marciales como el Aikido se busca utilizar la energía empleada por el contrincante en nuestro propio beneficio. Siguiendo este símil, el problema no es el uso de móviles en sí, sino el cómo se utilicen, además de que será más productivo procurar aprovechar este elemento como herramienta útil de trabajo en el aula que intentar imponer una postura sancionadora al respecto.

Es más, ¿cuántos de nosotros no ha estado en una reunión o conferencia y ha estado utilizando su dispositivo móvil al tiempo que prestaba más o menos atención a lo que allí se estaba comunicando? Si ni siquiera nosotros mismos somos capaces de desprendernos del móvil en este tipo de situaciones formales, ¿por qué nos empeñamos en que nuestro alumnado si se desprenda de él en el aula?

Queramos o no, el Mundo Digital ha venido para quedarse, y renegar de él sólo nos crea desconexión con los tiempos que corren y para los cuales la escuela debe preparar. Educar en el uso de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación será una pieza clave en nuestras aulas si queremos que nuestro alumnado sean ciudadanos totalmente competentes, con pensamiento crítico y bien formados, capaces de gestionar correctamente toda la información que tienen a su alcance para convertirla en conocimiento, y de esta forma ser capaces también de aprender, desaprender y volver a aprender.


Yo hace ya 10 años que realicé mis prácticas de la carrera de Magisterio de Educación Especial en un centro ordinario con integración preferente de alumnado con algún tipo de afectación mental, y me resulta curioso como, ya entonces, cuando en lugar de TICs aún hablábamos de nuevas tecnologías, aproveché el ordenador del que disponíamos en nuestra aula para instalar un par de programas con los cuales poder desarrollar mejor mi tarea docente. Uno de esos programas pertenecía a la saga Trampolín, un software diseñado para trabajar tareas escolares de forma atractiva a través del ordenador, y el otro era un programa de diseño gráfico muy sencillo con el cual poder crear calendarios, postales y otros elementos similares, todo ello basado en el popular videojuego hecho serie Pokemon.

Yo por entonces aún no era muy consciente de todo lo que he expuesto aquí ahora, pero, ya sólo por sentido común, supe que fomentar esa dinámica con mi alumnado haría que los aprendizajes fueran más gratificantes y las clases más amenas.

Con todo ello vengo a decir que innovar no es tan complicado como puede parecer. No se trata sólo de sustituir las famosas transparencias por un Power Point (un vicio cada vez más extendido), sino de tener iniciativa y motivación por probar nuevas metodologías, utilizando las herramientas de las que ya disponemos y adaptándonos a los tiempos que corren.

Cierto es que haría falta introducir en la formación del profesorado todo este tipo de dinámicas y herramientas, así como la aplicación de las mismas y los recursos de los que disponemos a través de ellas, pero el debate sobre la formación del profesorado lo dejo ya para otra futura entrada, que el tema da para eso y más.

Antes de terminar, me gustaría hacer una especial mención a Santiago Lozano, el cual acaba de graduarse ahora en Magisterio, y con el que he tenido el gusto de debatir en varias ocasiones sobre el tema que hoy os traigo. Es gracias a la última de esas charlas que hemos tenido que me he sentido inspirado para escribir esta nueva entrada, así que desde aquí mi agradecimiento y mi enhorabuena por su merecida titulación.

martes, 3 de junio de 2014

¿Enseñamos a Aprender?

A estas alturas del año vemos a menudo como muchos alumnos y muchas alumnas se juegan el curso o el pase a la universidad apelando a un sistema de estudio bulímico, es decir, embotándose de contenidos sin sentido para luego vomitarlo todo en un examen cuyo mayor referente para medir el "aprendizaje" es la memorización.

Sé que el paradigma actual nos habla del concepto de competencias básicas y de la necesidad  de fomentar entre nuestro alumnado el denominado "aprender a aprender". Sin embargo, esto queda aún muy lejos de la realidad que vivimos en nuestra aula cuando seguimos propiciando un modelo de enseñanza y evaluación en la línea de lo que veníamos diciendo en el párrafo anterior.

Es por ello que se hace altamente necesario, y más si queremos llevar a cabo esta transición de modelo de aprendizaje, que no sólo enseñemos en clase el qué aprender, sino también el cómo aprenderlo, fomentando el conocimiento de diferentes técnicas y facilitando un buen bagaje de herramientas para ello.

Como docente que a lo largo de su trayectoria profesional ha trabajado en clases de refuerzo y de preparación para superar las pruebas de acceso a la universidad y de acceso a grado medio y superior, puedo decir que la gran carencia que vi entre los estudiantes que tuve el gusto de atender era la de saber gestionar los contenidos que se debían estudiar, y lo cierto es que no me extraña en absoluto.

Recuerdo que, hasta que no llegué a mi etapa universitaria, nadie me explicó las distintas técnicas y estrategias existentes para facilitar nuestro proceso de aprendizaje, y aún a día de hoy me sigo preguntando porque nunca nadie se paró un momento a enseñarnos este tipo de cosa a lo largo de nuestra escolaridad, pues parece que después de tantos años nada ha cambiado aún.

Seguimos haciendo que nuestros alumnos estudien recitando apuntes o aplicando fórmulas que ni siquiera ellos entienden para qué sirven o el por qué se aplica un determinado algoritmo o procedimiento.

¿Por qué no enseñarles la gran utilidad que tienen el hacer un buen subrayado (en lugar de subrayar párrafos y párrafos completos), saber extraer las ideas y claves de cada texto o realizar nuestros propios esquemas o mapas conceptuales? Por experiencia propia y ajena puedo decir que las grandes mejoras que se producen cuando se dispone de este gran abanico para afrontar el aprendizaje, y fomentando la autonomía para que cada estudiante lo afronte de la manera que más productiva le resulte, ya que, como sabemos, cada alumno y cada alumna tiene un estilo propio de aprendizaje que debemos respetar y al que debemos adaptar nuestra labor docente.

Cierto es que esto no puede conseguirse de un día para otro. Se trata de fomentar progresivamente este tipo de actitudes y competencias hasta que cada alumno y cada alumna haga de su propio estilo de aprendizaje una forma innata de afrontar cada nuevo proceso de estudio, con él que llegue a sentirse cómodo y seguro.

Para ello, además de las técnicas y estrategias citadas con anterioridad, hoy contamos con el gran avance que han supuesto las Tecnologías de la Información y de la Comunicación y sus aplicaciones en el ámbito de la educación. Internet es una puerta abierta al mundo, y a través de la red podemos acceder a un sinfín de conocimientos planteados de distintas maneras y basados en diferentes fuentes.

Enseñar aprender también es, por lo tanto, enseñar a hacer un uso adecuado de toda esa información que fluye a una velocidad vertiginosa por la red, para aprender a gestionarla y saber distinguir entre aquella información que nos resulte de utilidad y aquella que podemos descartar, siempre bajo una visión crítica que nos ayude a movernos por la delgada línea entre aquello que merece o no nuestra credibilidad y/o fiabilidad.

En resumen, se trata de fomentar la construcción del propio aprendizaje y no la reproducción del ya establecido por otros. No olvidemos que, tal y como podemos ver reflejado en el siguiente gráfico, cuanto más nos involucramos más aprendemos:


Así pues, ánimo a todos los que ahora os estáis enfrentando o a los que os estáis apunto de enfrentar a vuestra etapa final del curso a que lo hagáis lo mejor posible. Sólo espero que las ideas aquí reflejadas, seáis docentes, alumnado o parte de la comunidad educativa en general, os puedan servir de ayuda ahora o en próximos cursos. Cualquier consulta no dudéis en comentarla ni tampoco en aportar lo que creáis oportuno al respecto.

¡Un saludo!

martes, 13 de mayo de 2014

"Sonría, por favor. Está usted ante una clase".

Hoy quiero dedicar esta nueva entrada en el blog a un tema que considero de vital importancia en nuestras comunidades educativas y en la sociedad en general.

Antes de nada, prestemos atención a la siguiente viñeta:


En un mundo donde se prima una competitividad carente de sentido ético y donde se antepone el éxito personal al bienestar del prójimo es fundamental fomentar valores y actitudes en nuestro alumnado lo suficientemente sólidos y fuertes como para no dejarse engullir por ello.

Sin embargo, con unos currículos plagados de contenidos que hay que impartir hasta la extenuación, ¿hay lugar para desarrollar dichos valores y dichas actitudes?

Antes de nada, debemos saber que los valores y las actitudes no es algo que se enseñe como se puede enseñar cualquier concepto o procedimiento concreto. Los valores y las actitudes se viven, se ejemplifican y forman parte del día a día del aula y de la comunidad educativa, pasando a convertirse en lo que denominamos "currículum oculto".

Para ello, debemos tener, en primer lugar, dos principios básicos: coherencia y consecuencia.

Coherencia para que nuestros actos hablen a la par de nuestras palabras, para que nuestra forma de comportarnos esté en sintonía con lo que predicamos, y consecuencia para ser consecuentes (valga la redundancia) con nuestra forma de entender las cosas, defenderla (siempre de forma asertiva) y reconocer cuando nos equivocamos y enmendar el error.

Una vez asumidos estos dos primeros principios, todo lo demás viene sólo. Somos modelo de nuestro alumnado, y como tales debemos actuar, no sólo en clase, sino en nuestra vida en general, ya que, como bien dice Verónica Rivera, "la escuela no debe parecerse a la vida, la escuela es la vida", y su trabajo diario es buen ejemplo de ello.

Recuerdo que en mi formación universitaria para la docencia tenía un profesor que defendía por encima de todo que el maestro siempre debe mantener las distancias con su alumnado y situarse en una situación de superioridad en el aula. Nada más lejos de la realidad, lo pensaba entonces y lo sigo pensando ahora, después de haber experimentado ya con esta profesión: fomentar un ambiente de cercanía, comunicación y consenso con nuestro alumnado es jugar la mejor carta que tenemos en nuestra mano.

Tal y como defendía Víctor Cuevas en su artículo "Un poco de humor en el aula, por favor", el buen ambiente en el centro escolar y en el aula es un factor clave para un desarrollo de nuestra labor educativa cómodo y fructífero. Que menos que, ya que se tienen que pasar tantas horas y tantos días juntos, hacer de ello algo confortable y ameno, ¿no? 

Atrás queda la postura de aquel profesor anclado en un paradigma ya obsoleto de la educación, donde, como bien dice Oscar González en este debate sobre educación en "Para todos la 2", se confunde autoridad con autoritarismo. 


Al fin y al cabo, todos somos personas que compartimos un mismo espacio, y, aunque cada uno desempeña un rol distinto, al final el objetivo es común. Sin embargo, para entender ese objetivo como común antes debemos estar en común todas las personas implicadas, en un ambiente de armonía y respeto mutuo para que cada jornada de clase se disfrute y no se sufra, ni por un lado ni por el otro.

Hay que tener constancia de que todos remamos en un mismo barco y en una misma dirección, de que no se trata de competir sino de contribuir y de colaborar, y generar actitudes de empatía hacia el prójimo, pues el bienestar del grupo es nuestro propio bienestar.

Por lo tanto, educar para la ciudadanía no puede ser sólo una asignatura, educar para la ciudadanía es el fin de la educación, y debe estar presente en todo el proceso. No es una cuestión de materia, sino de valores.

En esta línea siempre digo que existen palabras realmente útiles, palabras que quizás no pronunciemos tanto como deberíamos, pero saber decir "por favor", "gracias" o "lo siento", por ejemplo, así como las muestras de aprecio y de reconocimiento, son piezas claves para una buena convivencia con nuestros iguales, y os aseguro que, cuando se dice de corazón, es algo que nos sale de dentro sin esfuerzo alguno, y echa abajo muchísimas barreras, más aún si acompañamos nuestras buenas palabras de una sincera sonrisa.

Como bien decía Séneca, "Decir lo que sentimos, sentir lo que decimos. Concordar las palabras con la vida". 

Por todo ello, ¡sonrían! :)



miércoles, 23 de abril de 2014

"Leer para sentir, sentir para crear"

Sé que no es la primera vez que escribo acerca de la necesidad de fomentar el gusto por la lectura entre nuestro alumnado, pero me sigue pareciendo un tema de vital importancia que, una vez más, aprovecho para recordar en el Día del Libro.

Cierto es que en las escuelas se lee, y mucho además, pero... ¿qué sentido tiene esa lectura?

Al fin y al cabo, se trata de leer para memorizar un temario, es decir, leer datos que en su mayoría no resultan del interés de nuestro alumnado y que no son capaces de generar en ellos ningún tipo de atractivo.

¿Y luego nos quejamos de que no saben apreciar los libros? ¡Pero si se los presentamos como su enemigo!

Y no hablemos ya de las lecturas obligatorias, es decir, aquellos libros, por regla general grandes clásicos de nuestra Literatura, que había que leerse para luego responder a un examen o hacer un resumen sobre el mismo.

El verdadero proceso lector no entiende de leer con un objetivo que no sea el de, simplemente, disfrutar con dicha lectura. No me importa ni en que año nació ni en que año murió el autor, ni siquiera en que año se publicó su obra: Me importa saber que te ha parecido lo que has leído, que sensaciones, pensamientos y emociones te ha suscitado al leerlo, ya hayan sido positivas o no, y que reflexiones has podido extraer al respecto, puesto que, una vez has experimentado por ti mismo lo que has leído, una vez que te has adentrado en un libro por el mero placer de leerlo y no de responder a mis expectativas, es cuando de verdad estaré generando aprendizaje.

Después de eso, los datos llegarán solos. Si un autor ha sido capaz de cautivarnos con su obra, del propio lector nacerá el interés por saber más acerca del mismo y saber más acerca de otras obras de este autor o de autores similares. Y ahí ya se va tejiendo la red que nos conecte un libro con otro, a cual más emocionante, a cual más adictivo.

¿Y quién sabe? Lo mismo a raíz de todo ese proceso se desarrolla la creatividad latente en cada discente, aquella misma que nosostros nos encargamos de enterrar cuando dictamos la directrices sobre lo que deben escribir y lo que no, y sobre si un escrito está bien o mal, en lugar de fomentar situaciones de aprendizaje que inciten a la producción escrita y de dejarles desarrollar libremente esa actividad.

Podemos evaluar aspectos ortográficos o gramaticales, hacer de guía y dar consejos sobre como mejorar la expresión escrita o la riqueza del léxico, pero ante todo debemos respetar que cada alumno y alumna exprese lo que sienta en cada momento. Escribir nos hace libres.



Después de todo, como siempre decimos, no existen dos personas iguales, y en el caso de la lectura eso es un factor fundamental a tener en cuenta, ya que no a todos los alumnos les van a gustar las mismas obras.

Es por ello que me sigue pareciendo de vital importancia fomentar el uso de la bibliotecas como fuente activa de libros entre los que poder elegir, fomentando así la autonomía del alumnado y el sentido de la responsabilidad.

Y es que, para trasmitir toda la magia que implica la lectura, hace falta sentirla antes. No podemos enseñar aquello en lo que no creemos. El siguiente cortometraje es un gran ejemplo de ello:



¡Feliz Día del Libro!


jueves, 10 de abril de 2014

"¿Qué es EABE?"

Tal vez la pregunta más recurrida cada vez que mostramos abiertamente nuestra ilusión y nuestra satisfacción con cada encuentro EABE sea "¿pero qué es exactamente EABE?"

Casi una semana ha pasado ya desde que toda la familia que compone este gran colectivo (con sus nuevas incorporaciones, sus emotivos reencuentros y sus añoradas ausencias) se volviera a encontrar, esta vez bajo la atenta hospitalidad de los compañeros de Úbeda, para seguir trabajando por aquello en lo que creemos: La Educación.

"¿Se podría decir entonces que EABE son unas jornadas de formación para docentes?". Quizás, pero no creo que el término EABE pueda quedar delimitado a tan sólo eso, ya que su participación va mucho más allá del colectivo docente y engloba a toda la comunidad educativa, incluyendo personal de los centro de profesorado, familias y estudiantes, así como a cualquiera quiera participar en esta gran experiencia. El EABE es algo abierto.

"¿Pero asistir al EABE da puntos?". Tal vez ésta sea la pregunta del millón, el punto de inflexión entre estar o no estar en la onda del EABE. Y es que, cuando reduces toda la importancia de la Educación a un mero trámite burocrático estás perdiendo la esencia de lo que significa dedicarse a esta vocación.

Tal vez haga falta salir de tan cuadriculada concepción de la Educación. Tal vez sea necesario romper ya con esas invisibles cadenas que nos retienen con la intención de continuar haciendo "lo de siempre". Tal vez aún no seamos del todo consciente del potencial que tenemos, pero en #EABE14 los participantes del grupo de #Gamificación, magnificamente coordinado por Azahara y Rubén, nos propusimos como gran reto el poder disfrutar en el futuro de una "Escuela EABE".

Este enorme propósito no es más que las ganas que tenemos muchos de hacer de la escuela un entorno realmente educativo, inclusivo, creativo e innovador. Sueño de muchos, realidad aún de pocos. Quizás por eso sigamos necesitando estos encuentros EABE, para seguir demostrando que esos sueños poco a poco, con esfuerzo y paciencia, pueden convertirse en realidad, no sin antes tropezar una y otra vez con todos los baches que nos acechan en nuestro arduo caminar hasta la meta que aspiramos.

Pero también por eso está ahí EABE, para recordarnos que no es malo tropezar, que muros nos vamos a encontrar allá a donde vayamos con nuestra mentalidad de cambiar las cosas, y que no estamos solos en este objetivo. Nuestra fuerza conjunta será la que logre derribar dichos muros.

Es por eso que siempre digo que los considerados docentes-islas estamos obligados a formar archipiélagos, no sólo entre profesionales educativos, sino, como ya veníamos diciendo con anterioridad, junto con toda la comunidad educativa. Al fin y al cabo, todos formamos parte de un mismo propósito, y todos tenemos algo que aportar y algo que aprender.

La pena del EABE es que se nos hace corto, corto para poder experimentar tanto como quisiéramos, para poder participar en todas y cada una de las diferentes mesas de trabajo y para compartir inquietudes e ideas con todos y cada uno de los participantes.

El EABE es algo que se vive de forma intensa, algo que nace en nosotros y que crece a cada paso que vamos dando hacia nuestros objetivos educativos, algo que nos une, nos alimenta y nos da fuerza para continuar, y no sabéis el honor que supone para mí formar parte de todo esto, desde mis inicios hace un año en el #EABE13 de Algeciras, viendo la ilusión de quienes acuden a un EABE por primera vez y las ganas de seguir trabajando de quienes llevan ya varios años al pie del cañón.



"¿Qué es EABE? Dices mientras proyectas 
en él toda tu ilusión.

¡Qué es EABE! ¿Y tú me lo preguntas?
EABE... eres tú".



   Foto de Familia del #EABE14 realizada por Antonio Sevilla.

lunes, 31 de marzo de 2014

Inclusión exclusiva

Hace escasos días me topé con la siguiente imagen en las redes sociales:


Como podemos observar a priori, se trata de una representación gráfica que refleja la evolución social y educativa que han tenido a lo largo de la historia los colectivos actualmente denominados como "personas con necesidades específicas de apoyo educativo".

Sin embargo, esta forma de presentar el concepto de "inclusión" encierra cierta exclusividad que es de lo que hoy vengo a hablar.

Quienes nos movemos o nos hemos movido en el campo de la denominada Educación Especial sabemos que ha sido largo y duro el recorrido para los colectivos de personas que atendemos, el cual va desde la segregación hasta la inclusión, pasando por los principios de integración y normalización que son los que dieron pie al cambio, dejando de hablar en términos de discapacidades y empezando a hablar de necesidades.

Sabemos que todo estos cambios, esta evolución, ha sido realmente positiva. Sin embargo, reservar el término "inclusión" solamente para este tipo de personas no es más que volver a acotar la amplitud de tan bondadosa idea.

Procedo a explicarme antes de que se me empiece a malinterpretar: 

Tal y como yo concibo el concepto de "inclusión", y tal y como pienso que debería ser concebido, es el de una escuela y una sociedad donde todos tienen cabida sin ningún tipo de distinción que los desmarque del resto. Todos tenemos nuestras similitudes y también nuestras diferencias, lo que nos convierte a todos iguales y diferentes a la vez, y es ahí donde radica el punto de inflexión.

Con esto vengo a decir que si reservamos la idea de inclusión como algo solamente aplicable a los colectivos de persona que antes se venían amparando bajo las etiquetas de discapacidad o alumnado de integración estaremos tratando de exclusividad la inclusividad.

Es más, el término inclusión debería abarcar entonces muchos más colectivos de personas que se han visto normalmente en una situación desfavorable por alguna temática específica que no haya sido la anterior, pero, como os vengo a referir, eso sería volver a etiquetar y catalogar dentro de una filosofía educativa cuya máxima es la de no establecer diferencias.

Supongo que algunos ahora podrán argumentar que si no catalogamos ni etiquetamos no podremos atender de forma adecuada a cierto número de alumnado con alguna necesidad específica. Opino que para ello somos profesionales y que disponemos de equipos multidisciplinares y especialistas preparados para identificar las necesidades de un determinado alumno o alumna, las cuales pueden estar englobadas dentro de afectaciones ya conocidas o tratarse de aspectos más puntuales y concretos. No obstante, que los profesionales que vayamos a tratar al alumnado en general conozcamos dichas referencias respecto a quien sea necesario no significa que se le esté etiquetando siempre y cuando ello no repercuta en el trato educativo y personal que se le vaya a dar posteriormente en el aula y en el centro en general. 

También conviene recordar que, bajo un paradigma inclusivo, la educación es algo que nos compete a todos por igual, y que todos somos responsables de todo el alumnado. Si no establecemos diferencias entre el alumnado, no la vamos a hacer entre a quien le corresponder atender cada tipo de alumnado. 

Así pues, para finalizar, debemos dejar de tratar la educación inclusiva como algo exclusivo y proceder a actuar de tal forma que ni siquiera sea necesario hablar de inclusión.

lunes, 24 de febrero de 2014

Somos lo que escribimos

Hace ya algún tiempo que vengo queriendo escribir acerca de este tema, y es que la corrección en el lenguaje es una de las cosas en las que más suelo hacer hincapié, sobre todo con el auge de los sistema de mensajería instantánea que nos han propiciado el rápido avance de las nuevas tecnologías en los últimos tiempos, debido a los cuales hemos llegado a un "todo vale" a la hora de comunicarnos. 


 Sin embargo, siempre he creído que para nada está justificado el permitirse saltarse las reglas ortográficas o gramaticales a la hora de escribir cualquier tipo de mensaje, y más aún cuando se hace a un nivel formal como puede ser escribir un correo electrónico, una actualización en una red social o un post en algún blog o en algún foro.

Y digo esto porque creo que escribir bien es ante todo una muestra de respeto hacia nuestro lector. Un texto bien escrito dice mucho de nosotros y muestra nuestro compromiso con las cosas bien hechas, más aún si formamos parte del ámbito educativo, donde además indica coherencia entre nuestra función docente dentro del aula y nuestra forma de expresarnos fuera de ella; y es que, para ser ciertos, creo que no podemos exigirle a un alumno que escriba de manera correcta si nosotros antes no nos lo exigimos a nosotros mismos, algo que también podemos extrapolar a cualquier otro elemento de la educación en general.

Muchas veces se achaca esta falta de corrección a la rapidez de acabar antes el mensaje o al número de caracteres que podemos utilizar en un mensaje o en un tweet. No obstante, creo que eso es quedarse con la excusa fácil, y que tiene mucho más mérito encontrar la forma de expresar la misma idea de una forma más escueta, lo que supone un ejercicio de reorganización mental y de buscar nuevas vías para llegar a un mismo resultado. Al fin y al cabo, se trata del famoso pensamiento divergente y la de necesidad de desaprender y volver a aprender que tanto se viene defendiendo en las nuevas corrientes educativas aplicados al uso cotidiano de lenguaje.

 Después de todo, no hay que olvidar que somos modelo y ejemplo a seguir de nuestro alumnado, y no sólo estamos para trasmitir contenidos o, en el mejor de los casos, para generar situaciones de aprendizaje, sino también para que nos tomen como referencia en su día a día y en su futuro, por lo que en nuestras manos está perpetuar en ellos el gusto por un texto bien redactado, independientemente del formato en el que se escriba, el contexto dónde se produzca y el público al que vaya dirigido, cumpliendo en todo momento las diferentes reglas ortográficas y gramaticales, usando un léxico rico y adecuado y no olvidándonos del correcto uso de las tildes, la diéresis o lo signos de puntuación, interrogación y exclamación.

Recordad que respetar el lenguaje es respetar a nuestro interlocutor.