martes, 14 de mayo de 2013

Volar sin alas




Hace un par de días me topé con esta viñeta navegando por la red, y me llamó sobremanera la atención, debido a que en una sola imagen era capaz de verse con tanta claridad, mediante una sencilla  analogía, una idea que se viene ya de largo tiempo defendiendo.

La cuestión es que se ha repetido ya, por activa y por pasiva, hasta la saciedad, la idea de que sin inversión no puede haber crecimiento. No hace falta ser un gran entendido en economía para captar y comprender la correlación positiva que existe entre ambos factores. Sin embargo, la realidad en la que vive nuestro país es más bien diferente, y es que se pretende alcanzar el crecimiento económico recortando dicha inversión, lo cual va en detrimento del objetivo que se supone querer alcanzar.

En este caso, siguiendo la situación reflejada en la viñeta, es la educación, representada en el ala que se extrae al avión, la que sufre ese brutal recorte, y es sin ese ala que se pretende hacer que el avión  que representa al país vuele con total normalidad. Es, por tanto, de cajón, deducir que, por muy bien que funcionen los motores de la banca, el avión no tendrá estabilidad ni posibilidad de realizar un vuelo que le lleve hasta el destino del crecimiento deseado.

Es más, hagamos un ejercicio de imaginación y pongamos que vemos el otro lateral del avión, al que también le están retirando el ala. Pongamos, en este caso, que el ala representa a la inversión en investigación, desarrollo e innovación, el otro pilar fundamental para desarrollar crecimiento y progreso en un país, y que ese ala se retira para reforzar el motor que abarcar la Iglesia y las oligarquías políticas.

No se trata, ni mucho menos, de ideologías encasilladas, sino de una realidad palpable en nuestro país que necesitamos subsanar si realmente queremos hacer de España un país competente, con personas realmente preparadas y cualificadas que encuentren la oportunidad de desarrollar su vocación dentro de nuestras fronteras, y no se vean obligados a sufrir esa "movilidad exterior" hacia países que realmente sepan valorar ese potencial talento que sólo precisa de una buena oportunidad para poder desarrollarse satisfactoriamente.

Sin necesidad de ir más lejos, tenemos actualmente como noticia destacada el caso del joven español Diego Martínez Santos, que actualmente trabaja en el Instituto de Física de Partículas de Holanda y ha sido considerado por la Sociedad Europea de Física como el mejor físico de todo el continente al tiempo que en España le deniegan formar parte del Programa Ramón y Cajal, el cuál se supone que pretende traer de vuelta a nuestro país a investigadores de alto nivel. 

Es, cuanto menos, paradójico, a la vez que mejor el ejemplo que nos deja la cruda realidad para que veamos como valora España a sus grandes talentos. Serán entonces esos otros países capaces de ofrecer una respuesta adaptada a estas jóvenes mentes los que se beneficien de sus frutos y sigan haciendo crecer con ello su economía y sus progreso.

En España, o cambiamos la mentalidad de que la inversión en educación y en investigación, desarrollo e innovación no suponen más que un gasto que debemos eliminar y empezamos a verlo como una inversión capaz de abrirnos las puertas al tan ansiado crecimiento, o seguiremos cayendo en picado, sumidos en la dolorosa espiral de los recortes y la deuda. 


Invertir en educación significa invertir en progreso, e invertir en progreso es invertir en futuro, nuestro futuro: el de todos.

jueves, 9 de mayo de 2013

¿Mejora de la "calidad"?

Hoy, 9 de Mayo de 2013, está teniendo lugar en España una huelga general de carácter histórico, pues abarca a todos los niveles educativos, desde infantil hasta la universidad, y está secundada por toda la comunidad educativa, es decir, alumnado, profesorado y familias.

¿La consigna de esta huelga? Está claro: parar la Ley Orgánica de Mejora de la "Calidad" Educativa, esto es, la LOMCE. Y sí, he puesto entre comillas la supuesta calidad que promulga la ley, debido al dudoso uso correcto de la misma dentro del marco que promueve esta reforma.

Primero, porque su manera de entender la calidad es mediante la competitividad y la mercantilización de las aulas, tratando al alumnado como pura mercancía de intercambio en el mercado laboral. Se pone, pues, el acento en los resultados, es decir, en el producto final, pero no en los procesos educativos que se deben seguir para formar ciudadanos libres más allá de mera mano de obra barata.

Así pues, la escuela pasa a ser una empresa, donde los alumnos con problemas de aprendizaje o necesidades específicas de apoyo educativo pasarán a ser considerados productos desechables y apartados del sistema, contradiciendo cualquier filosofía de inclusión educativa y convirtiéndose en una escuela diferencial, elitista y segregadora.

Es entonces cuando yo me pregunto si es esto lo que entendemos por calidad educativa. Hemos luchado durante años para que la calidad en la educación vaya ligada a dar una respuesta integradora y global, pero a la vez personalizada y ajustada, a todos y cada uno de los alumnos que acogen nuestros centros públicos, sean del carácter que sean dichos alumnos.

Una educación de calidad es aquella que entiende que, en una sociedad cada vez más diversa, no se puede aplicar una formula estandarizada para todo el alumnado. Pongamos como ejemplo la siguiente viñeta:


Como ya decía Albert Einstenin, "todo el mundo es un genio, pero si juzgas a un pez por su habilidad para escalar un árbol, creerá toda su vida que es un estúpido"

Es por ello que la aplicación de evaluaciones generalizadas y descontextualizadas no suponen, ni mucho menos, una respuesta real a las necesidades de nuestro alumnado, sino que, por el contrario, les ponen un listón, basado mayormente en la memorización de contenidos, que deben superar para seguir avanzando si no quieren quedar relegados a un segundo plano.


Me refiero, evidentemente, al sistema de reválidas y exámenes de carácter externo a la escuela, que suponen una cruel injusticia para quien tiene dificultades, temporales o permanentes, para seguir el camino que se nos dicta desde la administración.

Dar prioridad al contenido instrumental y memorístico, olvidando que un ser humano, para ser realmente autónomo y competente, necesita desarrollarse en todas las áreas del saber, es un error garrafal que pagaremos muy caro, porque una sociedad, para ser avanzada, necesita progresar, y sólo es posible progresar si invertimos en educación, pues en los alumnos de hoy estará el desarrollo del mañana. Entender esta realidad es tarea fundamental para comprender que en nuestras manos está su futuro, y debemos hacer todo lo posible porque lleguen a buen puerto. 

 ¿Os acordáis cuando a los que éramos zurdos se nos intentaba corregir y se nos obligaba a escribir con la mano derecha porque se supone que era lo "correcto"? Pues imaginaros un sistema educativo que entiende que sólo hay una forma correcta de progresar a través del mismo y no admite variantes, y si las hay, jamás tendrán la misma validez. 

Me sigue sorprendiendo, por tanto, que con toda la importancia que se le ha dado en los últimos años al desarrollo de las competencias educativas, acabemos volviendo al pasado donde se ve al alumnado como un simple vaso vacío que debemos llenar de contenidos sin significado alguno para ellos.

Después de todo, ¿qué se puede esperar de una ley que no ha contado con el debido diálogo y consenso de todos los agentes educativos implicados? Es curioso como unos políticos a los que se les llena tanto la boca con la palabra "democracia" hagan tan poco uso de la misma a la hora de tomar sus decisiones, las cuales nos acaban afectando a todos.

Que conste que, ni mucho menos, al ser crítico con este nuevo proyecto de ley, entienda que el sistema educativo actualmente funciona como debería. Es más, desgraciadamente, muchos de los cambios que esta ley quiere introducir como definitivos, ya se producen en muchas escuelas y centros de nuestro país, y es algo que debemos paliar. 

Es por ello que soy de la idea de que debemos cambiar nuestro sistema educativo vigente, pero ese cambio debe ser un cambio a mejor, un cambio  acordado por todos y que beneficie a todos, y no sólo a corto plazo, sino con miras al futuro, con miras al desarrollo de una sociedad avanzada, una sociedad que invierta en formación y en progreso. He ahí la respuesta al tan ansiado crecimiento económico que se dice querer alcanzar. 

Al fin y al cabo, y como reza la pancarta de la fotografía que acompaña estas palabras, "el maestro, luchando, también está enseñando". Luchemos todos por nuestro futuro, luchemos todos por la escuela que queremos. 





miércoles, 8 de mayo de 2013

Ante todo, familias

Hablamos a menudo que la escuela tiene el deber de adaptarse para dar respuestas a la realidad en la que vive su alumnado, y en muchos de los casos así lo hacemos quienes estamos comprometidos con nuestra vocación docente, pero hay veces en las que, por defecto, tendemos a continuar con costumbres y tradiciones que arrastramos ya desde antaño.

Hace pocos días hemos festejado el "Día de la Madre", una celebración que, como el "Día del Padre", está bien arraigada en nuestra sociedad. Cuando llegan esos días, en las escuelas hacemos que los alumnos preparen trabajos manuales a modo de regalo para sus progenitores, pero caemos fácilmente en los estereotipos típicos que atribuimos a ambos roles - el de padre y el de madre - y terminamos haciendo cosas como el famoso colgador del retrovisor con el lema "no corras, papá" como si aún viviéramos en el siglo pasado y fuera "el hombre de la casa" el único que puede sentarse ante un volante.

Es más, si ahondamos todavía más en el meollo del asunto, vemos que los modelos de familia que hoy en día existen en nuestra sociedad cada vez son más diversos y variados. Así pues, podemos encontrarnos, además de con la familia considerada "tradicional", con familias monoparentales, familias con progenitores del mismo sexo, familias que hayan sufrido algún proceso de separación y/o divorcio, etc.

Mantener el esquema de padre y madre como la única opción posible, tanto a nivel de escuela como a nivel de sociedad, es negar la realidad de los tiempos en que vivimos y cerrarnos a reconocer que estamos inmersos en una sociedad diversa y plural, en la que todas las personas tienen cabida y merecen ser reconocidas como tal.

Es por ello que creo que una propuesta viable sería sustituir los días del padre, de la madre, etc. por un día único llamado "Día de la Familia". De esa manera no estaríamos discriminando a nadie por situarse en el seno de una familia que no responda a los prototipos de lo que venimos defendiendo - de manera consciente o inconsciente - como único modelo de familia posible.

Así pues, la inclusión no debe darse sólo a nivel de escuela, sino a nivel de sociedad, y cualquier alumno puede no sentirse totalmente partícipe de su grupo clase si ya se siente discriminado por no poseer las condiciones familiares de lo que se viene considerando "normal". 

Después de todo, la mayor educación en igualdad es aquella que se desarrolla enseñando a respetar las diferencias. Al fin y al cabo, ¿alguno de nosotros es capaz de definir o tiene derecho a definir lo que es o no es "normal"?